martes, 30 de octubre de 2012

Pasión en coma.

No estabas en mis planes y llegaste. No estabas en mis sentimientos y te colaste. No eras mi sonrisa y acabé enamorada de la tuya. Nunca te había rozado y de repente necesito tocar cada milímetro de ti.

En cada beso te lo di todo, nuestros besos eran perfectos y no me lo puedes negar. Acercarnos, nariz con nariz, besarnos, sonreír, mordernos, volver a sonreír. Todo era perfecto, yo pensaba que para ti lo era. Fuimos droga, tú la mía y yo la tuya, durante muchos meses, durante los millones de besos. No sé si hubo sentimiento pero sí mucha pasión, no fui diversión por diversión, tenías a cualquiera para eso, además que no fueron semanas, fue mucho más que eso. Fuimos un solo ser, memoricé cada lunar de tu cuerpo a base de poseerlos. No me creo que nunca hayas echado de menos mis besos ni mi piel desde entonces, y no es que no me lo quiera creer, es que me parece imposible que toda aquella pasión tan perfecta muriera sin más.

Hoy, un día frío y lluvioso más, me ha dado por recordar aquel lunar en tu mejilla derecha, ese otro en tu brazo... Aunque ya no sé si es que te echo en falta o la soledad me ahoga.

sábado, 27 de octubre de 2012

El primer beso.

Hoy volví allí, a nuestro primer rincón. A ese lugar en el que tú apostaste por mí. Fue llegar y recordarlo todo al detalle como si hubiera sido ayer, con la diferencia de que ya no me entristece... 

   Apareciste de repente, a hablar conmigo de cualquier tontería, cuando aún no teníamos mucha relación más allá del "¿qué tal?", pero tu intención no era aquella.
 Estaba tirada en el suelo te sentaste frente a mí, hacía frío, hablamos durante un par de frases hasta que me callaste con un beso. Un beso efímero, con mi sobresalto y sin mucha emoción, pero ese extraño beso lo cambió todo, me cambió a mí. Te miré, te sonreí, supongo que con mi gesto te pregunté qué había pasado, qué me habías visto a mí. Me levanté y me fui a la fiesta, eso no era lo que yo quería. Al rato volviste, querías hablar conmigo, acepté. Cogí mi chaqueta y salí al frío, a que me abrigaras, entonces, en ese mismo momento, cuando me senté frente a ti vi la verdad en tus ojos, te creí cuando me dijiste que querías estar conmigo pero yo no estaba preparada para algo así. Yo estaba borracha, confundida, perdida por otra persona. Necesitaba recapacitar, afrontar todo lo que me había sucedido aquel día. Acabó el fin de semana y otra vez teníamos que vernos las caras, hicimos como si nada así que supuse que allí quedaría aquel beso, en aquel rincón. Lo que pasó después ya es historia.

Ahora el tiempo ha pasado, mil cosas han pasado y mis sentimientos han cambiado. Hace un tiempo quizá volver a ese rincón me hubiera hundido por completo pero ya no. Ya lo recuerdo con anhelo pero jamás con tristeza, es más sonrío por todo aquello, por cada momento, porque gracias a eso conseguí a una de las personas más especiales. Y no, ya no me importa como antes, ya no lloro más, sólo tengo la debilidad de echarle de menos algunas veces.

viernes, 26 de octubre de 2012

Esencias.

Según antiguos filósofos las personas no existimos, sino más bien nuestra esencia, nuestro alma. Si esto fuera así, yo no existo ni por mí ni por ti, fuiste mi esencia y siempre me quedará algo dentro pero ya no lo eres, busco mi esencia y no la encuentro.
Mi alma huyó, no sé dónde está, no la logro encontrar y tal vez no quiero. Soy un cuerpo ambulante en un mundo lleno de almas con cuerpos desarrapados, cuerpos en busca del alma más correcta, ¿pero cuando crees haber encontrado el alma correcta y ésta desaparece qué haces?
Sigo sin encontrar respuesta, sigo sin encontrar lógica entre tanta alma perdida. Demasiados cuerpos sin esencia complementaria. Es como venderle el alma al demonio; en cada beso, cada mirada, cada caricia, tu esencia acaba formando parte de otra esencia y si ésta huye tu cuerpo desvanece. Pierdes los besos, las miradas, las caricias, parte de la esencia que te hizo aprender, porque querer forma parte de nuestra esencia.
Ahora ha pasado el tiempo, mi alma sigue incompleta desde entonces. Estoy aquí, en mi ventana, con un cigarrillo en la mano, expulsando lo que me queda de alma a través del humo, dejando escapar mi esencia de este perdido cuerpo, así, así hasta morir.

jueves, 25 de octubre de 2012

Cuatro estaciones, mil acontecimientos.

Hubo un tiempo en el que todo era confusión, todo tan confuso que no sé si fue hace un tiempo, es ahora o está por ser. Una confusión que no fue creada por mi cabeza, sino que me rodeaba. Cada día me levanto y le doy mil vueltas a la misma pregunta: ¿soy feliz?
No sé si soy feliz por mí o por alimentarme de recuerdos en los que refugiarme o si acaso soy feliz. Hay veces en las que superar algo no significa olvidarlo ni mucho menos dejar de añorarlo. Quizá añoro tus besos porque me siento sola, tal vez tus caricias eran mi compañía y tu sonrisa el argumento de la mía. Alguna vez incluso llegué a pensar que eras capaz de dejarlo todo por mí, por mis besos, por todo lo que yo te podía brindar. Hubo veces en las que tal vez yo estaba convencida de que me querías de esa forma que tanto esperaba, de que tu finalidad era hacerme feliz, y que simplemente yo era tu prioridad. Siempre habría podido decirte las cosas más preciosas pero perdí todas las oportunidades porque no estaba preparada, y mucho menos convencida de lo que sentía, es tal la confusión que aún no he conseguido descubrir nada nuevo desde el último invierno. Creo que siempre has tenido claro que hubo un tiempo, ese mismo tiempo de confusión en el que yo habría dado todo por ti, por cada sonrisa derrochada. Pero imagino que esto es como hacerse mayor, las cosas cambian y las personas afrontan. Pude afrontar que mi destino no era brindarte mis besos, pero vivía en la confusión de querer saber si echabas de menos mis manos sobre tu piel, si darías algo por una aventura más, por la diversión. Entonces mi "yo" pequeña, inocente y raramente romántica creció, olvidó lo que tú ya habías olvidado y se decidió por no volver a rozar tus labios y mucho menos tu corazón.
Ahora, en este mismo momento, aquella chica del último invierno no existe, esa chica que hizo florecer su felicidad en primavera se esfumó y la otra que perdió la cordura en verano salió huyendo antes de amarrarse a la tristeza. Ahora estoy yo, la hoja valiente que no quiere caer del árbol, esa misma hoja que se quiere quedar en su rama, alegrándose de haber vivido aquel invierno, esa primavera y este verano, pero jamás, nunca jamás volverán porque ni la hoja quiere ni el destino tampoco.

miércoles, 24 de octubre de 2012

La vida me vuelve a sonreír.

No lo tengo todo, ni mucho menos. A veces incluso te echo en falta aunque no es tiempo de quejas y sólo son espejismos. Tengo a mis amigos, con los que reírme a todas horas como niños pequeños. Tengo a mi pequeño, él lo es todo, él es el reflejo de lo que yo fui. Tengo a mi canija, a la que cada día la enseño una cosa nueva, al mejor regalo que me hicieron con ocho años. Tengo a gente conocida, amable, divertida. Tengo un instituto al que ir. Tengo un ordenador en el que me puedo expresar libremente. Tengo a mi mejor amiga, por fin, ella me hace reír, mucho, muchísimo, como tanto me gusta, cada día me siento más orgullosa de haberla dejado entrar en mi vida.
No, no lo tengo todo pero cuando hay más sonrisas que lágrimas merece la pena levantarse para sonreírle al mundo, para buscar nuevas experiencias. Incluso para esperar a que venga esa persona a la que morderle los labios, darle mil abrazos y susurrarle un millón de tequiero's.

lunes, 22 de octubre de 2012

Desde el 25 de febrero.

He visto mucho rayos de sol y he visto llover de nuevo, he de admitir que mi vida ha cambiado porque, supongo, que esos eran los planes. Es obvio que he tenido que dejar que cambie sin luchar por nada, ya no era necesario, pero hay que dejarla cambiar sin que se me escape de las manos, más bien sin que huyas de mi vida. Creo haberme sincerado siempre y esta vez no va a ser diferente. Cada vez que me miras con cara de odio o me respondes a algo que te hace gracia con un simple "vale" se me cae el mundo entero, y es que me acostumbré a que me rías las gracias, me escuches las penas y me insultes con cariño. Nunca podré olvidar cuando me dijiste que no estuviera mal, que siempre serías como mi familia porque siempre me has visto pasarlo mal y tú conseguías hacerme reír entre tanta mierda, todo esto más allá de lo que hiciéramos. Nunca podré olvidar que me rescataras de todo durante esos 24 días, que sé que lo hiciste por no dejarme sola, por hacerme pasarlo bien aunque sólo fuera por unos días. Nunca te estaré suficientemente agradecida por todos estos meses, créeme. Pero cada día veo que te alejas más de mí, como si me separaran de mis hermanos, cada día recuerdo de forma más nublada aquel "siempre seré tu familia", cada vez me siento más perdida y sólo es porque la persona a la que le contaba hasta mi mayor tontería se aleja poco a poco, quizá por el temor a que yo lo confunda todo, cuando no he estado más convencida en mi vida de que, como dijiste tú cuando me iba a mudar, ¿y qué hago yo sin ti? No te vayas. No te puedes ir.
No me fui, no te vayas tú. Necesito tus "buenos días cosa fea" y tus "que hipster eres" y todo eso. No quiero comerte el tiempo, ni fastidiarte los días, ni rayarte, ni siquiera volvería al pasado, no, nunca más, no podría, sólo quiero a mi familia. Quiero mis noches de tuits tontos y conversaciones ridículas, vacilar a la gente, reírnos de todo, como siempre hemos hecho. Sin más idas y venidas, ni más discusiones, ni más miradas de odio. Porque recuerda, tú me lo dijiste, eres como de mi familia. Si tú saltas, yo salto, por nuestra amistad.