domingo, 23 de diciembre de 2012

Recuerdos de un tal 2012.

Cuando era pequeña me enseñaron cada uno de los meses del año en orden. Cada mañana, en preescolar, nos hacían decirlos. Todas las mañanas... enero, febrero, marzo, abril, mayo, junio, julio, agosto, septiembre, octubre, noviembre y diciembre. Así cada mañana, hasta saberlos como mi nombre, aunque nunca pensé que cada mes podría tener un significado, que se pudieran vivir tantas cosas en 365+1 días.
Ahora es cuando hablo de mi humilde vida y de todo lo que mi año ha sido, aunque no creo que a alguien le interese. Yo acabé el 2011 mal, me sentía sola, desprotegida, sin esa persona especial y así empezó mi 2012. No tenía ilusión por que las cosas cambiaran, y así, mi enero fue el epílogo del maltrecho 2011. Sin cambios, sin excusas por las que explicar las sonrisas que me tocaba pintar ni nada por lo que irme a dormir con la seguridad de levantarme y tener un buen día. Febrero pintaba ser más de lo mismo, convertir mi vida en carnaval y espectáculo de una supuesta vida feliz, así parecía ser, su transcurso fue un hermano más de lo que venía siendo mi vida adolescente hasta aquel entonces. De repente ese "lucky strike", la suerte caída del cielo, hasta el suelo en el que yo estaba tirada, aquel 25 de febrero. Recuerdo como me fui a la cama aquel día, mi cabeza me repetía una y otra vez "acaba de llegar el futuro que te mereces". Al día siguiente todo volvió a estar igual, nada había cambiado. Luego llegó marzo, ese fue mi mes, el mes en el que me desaté de todo miedo y prejuicio, el mes en el que encontré mi valor y le recordé a quien le tenía que recordar aquel día de febrero. Sin marzo nada de los otros meses habría sido, fue el mes de cambiar todo lo malo por días especiales. Abril, el pico más alto de la gráfica, el mes de meses, la sonrisa de sonrisas, el día de los días. Abril era ese "So Happy I Could Die" permanente, era no bajarse de la nube, era dedicarnos lo que nos merecíamos después de todo lo que nos había tocado pasar. Luego, al contrario que en la lógica del conocimiento humano, después de la calma llegó la tormenta, convertida en persona egoísta sin sentimientos ni escrúpulos, que me arrebató todo aquello que tenía a base de persuasiones y fáciles mentiras. Esa figura del tablero que se llevó por delante todas las demás, hizo que se esfumasen los buenos momentos después de los meses de tira y afloja. Junio, el calor, las ganas de fiesta, de pasarlo bien, momento de tirar a la basura la rutina de muchos meses, otro giro más a la tuerca. Vuelta a los días, aún no se sabe si buenos, pero días mejores al mar de lágrimas. Fue el refugio en besos que intentaban disculpar todo lo que esos mismos labios habían dicho. Junio fue el mes de hoguera, vodka, el "te presento mi cama". Julio, mi cumpleaños, las semanas bipolares, el ahora sí y ahora no, las discusiones frecuentes y las reconciliaciones cada vez mejores. El mes de crecer como persona y en edad, la continua fiesta, los derrumbes familiares, los celos, los besos, los abrazos y las noches enteras sin dormir. Agosto, el mes divertido, desenfrenado, los 31 días de no separase, de unirnos más que nunca, hasta incluso de conocernos. Habría sido el mes perfecto si no hubiera sido por sus pequeñas inseguridades, sin su "o dejo el mundo por ti o te dejo a ti". Fueron muchas las sorpresas que nos dimos y demasiados los buenos momentos, ¿verdad? Septiembre, vuelta a una rutina desconocida, el momento de dejarme, por el mundo. Los días sin hablarnos, todo el rencor después del cariño, los días rematadamente malos, hundirse tras hundirse y caer tras caer. Vuelta a las noches sin dormir contigo y sin ti. El no saber si quedarte conmigo o marcharte. Octubre, el pánico,  Halloween, el no saber afrontar que habías elegido al mundo y no a mí, el haberme dejado por la primera mierda que apareciese. El separarnos por temor a algo, aunque aún ni yo misma sepa a qué temer. Prohibido rozarnos y prohibido querernos más, ni besos ni caricias ni levantar ganas de más y más cada vez. Noviembre, calco de octubre, pequeñas debilidades, miradas que hablan, dudas que callan, miedo a caer y caerse para levantar. Pegarse y abrazarse, pedirse perdón y decir "no sin ti". Momento de callar, de aguantarse, de no volver al pasado, de no saltarse la norma del nunca más. Diciembre, distanciamiento y acercamiento, cada día más pero sin querer, importantes nos sentimos, recíprocamente. Mes de desorientación, de tirar la toalla, de afrontar que nunca más, adiós al año, adiós a todo lo que hemos vivido. Ni tú quieres continuar ni yo debo hacerlo. Tú a tus prioridades de querer a otros y yo a mi teoría de descubrir la forma eficaz de perdonar los mejores momentos de mi vida, sin olvidarlos. Momento de querernos sin querernos, época de te abrazo sin tocarte. Tiempo de empezar una nueva vida. Hora de decir adiós para siempre a todo aquello que fuimos, ¿no?

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