sábado, 18 de mayo de 2013

Todo lo que quiero decir.

Si la vida se contara en baches faltarían horas para acabar. Si la felicidad se midiera en sonrisas el resultado sería falso. Si la experiencia se valorara en lágrimas la conclusión sería demasiado honesta. ¿Y qué es la vida? La vida es otra cosa.
La vida es ganar, es encontrar la finalidad. La vida es conseguir vencer todos los impedimentos, seguir viviendo. La vida es sentir, ignorar al dolor. La vida es salir corriendo y nunca mirar atrás. La vida es jugar y obtener la victoria. La vida es un cuaderno en blanco, en el que debes elegir qué género tendrá la historia. La vida es caer de alegría y saltar de tristeza. La vida es dormir de pie y andar volando. La vida es probar, aprender y concluir. La vida es sonreír a quien te quiere ver llorar. La vida es cada minuto que pasa y cada momento irrecuperable. La vida es apostar por un camino. La vida es esa pequeña brisa que te acaricia cuando te paras a respirar. La vida es morir en pie o vivir de rodillas. La vida es una mano caminando por su piel. La vida es sinceridad, aceptación. La vida es convencer. La vida es ganar sonrisas a cambio de nada. La vida son peleas, y reconciliaciones. La vida son puertas abiertas, mientras otras se cierran. La vida, a veces, deja de ser vida, pero alguna vez fue vida. La vida es amistad, es saber que te tengo, sentir que no te pierdo. La vida es superación, es matar a los errores. La vida es saber pedir perdón y prometer que todo irá bien. La vida es al tiempo lo mismo que el cigarro es al fuego. La vida es demostrar un "te quiero" y evadir los "no puedo más". La vida es decirte gracias por cada momento vivido. La vida es recordar cada pequeño capítulo y recapitular la historia. La vida es recordarte que siempre, es siempre, y lo será siempre. La vida es amistad, cariño, amor, odio. La vida es hacerte saber que me elegiste bien. La vida es demostrarte que funciona. La vida es aceptar las cosas mal hechas, es imperfección. La vida, al fin y al cabo, acaba siendo futuro, y tú, estás en mi vida. La vida es vida, y la vida, no es más que vivir.

lunes, 25 de febrero de 2013

Hace un año...

Mucho alcohol, disfraces, los tacones en la mano, la gente pasándolo bien, confidencias... Hace un año, hoy, exactamente hoy hace un año entró en mi vida una persona que lo cambió todo. Todo significa mi forma de vida, mi pensamiento, mis buenos y mis malos momentos, hasta la forma en la que coger el aire, todo, absolutamente todo cambió. Muchas veces he maldecido el 25 de febrero, por todos los malos tragos que he pasado en ocasiones, y sé que aún me queda tiempo por maldecir cada una de las fechas que hicieron de mí lo que ahora soy. A día de hoy, me alegro y entristezco a partes iguales, o quizás no, cierto es que ahora mismo desearía  volver un año atrás, solo que no sabría si dar aquel beso o si no.
De aquella tarde me llevé el mejor regalo posible, ahora forma parte de mi vida irremediablemente, quiera o no. Yo no puedo impedirlo, solo disfrutar de la mejor forma posible. Aunque es difícil, es muy difícil querer sin definición, querer de una manera tan sumamente inexplicable que yo misma me confundo.
Lo único cierto que ocurre en este mismo momento es que hace un año yo estaba allí, en el suelo, frente a esa persona... Y junto a nuestro primer beso.

martes, 12 de febrero de 2013

Insomnio obligado.

La noche era clara, sin una nube en el cielo, la luna brillaba con fuerza y ya se había hecho el silencio nocturno. Yo tenía sueño, eran las tantas de la madrugada y me estaba quedando dormida, había cerrado ya los ojos inconscientemente cuando un pequeño roce sobre mi piel me despertó. Estaba allí, a mí lado, estaba conmigo quien me despertaba todo sentimiento pasional habido y por haber. Desperté con sobresalto, sonreí de forma involuntaria y no dije palabra alguna, no era necesario para hablarse. Miré su bonita sonrisa, me di media vuelta y me dispuse a dormirme de nuevo, pero estaba claro que no iba a ser así estando a mi lado alguien que me quitaba el sueño cada día. Cerré los ojos, para al menos dar la impresión de estar dormida, empezó a sonar una pequeña risa cerca de mí, notaba cada vez algo nada inocente más cerca, detrás de mí. De repente, y sin darme cuenta, sus labios estaban en mi nuca y sus brazos me rodeaban por completo, no supe qué decir, simplemente mostré estar verdaderamente cómoda así, es más, no me hubiera importado estar así durante el resto de mi vida. Agarré sus manos y las acaricié dibujando  tontas figuras abstractas. Sus manos estaban en mi piel, la yema de sus dedos rodeaba mi ombligo, las sábanas se habían perdido... Sin darme cuenta pasaron horas, la noche estaba cambiada, parecía empezar a amanecer otra mañana calurosa de nada concreto que hacer. Aquella noche, después de tanto tiempo, pasó lo que llevaba mucho tiempo esperando pasar, en aquella habitación no hubo dos cuerpos, hubo solo uno. Cada respiración, cada caricia, cada movimiento, todo parecía estar planeado con delicadeza.
Desperté, ya calentaba el sol y el ruido volvió a ser el de cada mañana, seguía allí conmigo, entre las sábanas, pero ya no era de noche, ya no era la noche en concreto. Miré como dormía, desperté del todo y al momento me di cuenta de que se me había olvidado lo más importante, se me había olvidado robarle montones de besos y ya... Ya era tarde. Solo me quedó ese tonto sueño. Su respiración en mi nuca, sus brazos rodeándome y su piel con mi piel. Tendría ese recuerdo, pero ni un maldito beso. Fui estúpida, ¿como se me pudo olvidar? Y sobretodo, la pregunta que no sale de mi cabeza ni un solo momento: ¿real o irreal? Nunca lo sabré.

domingo, 3 de febrero de 2013

En el precipicio por testaruda.

Últimamente mi cabeza es como una hoja en blanco, vacía de cualquier pensamiento, ni bueno ni malo. Estoy así hasta que inconscientemente decido dejar de estarlo. Es como estar sentada en una montaña rusa y no poder quitarme todo lo que me sujeta para darme esa supuesta seguridad. Cuesta decirlo, pero en vez de avanzar, retrocedo. Me intentan decir el camino, que siga adelante, que lo merezco, pero yo no sé lo que merezco, y a veces necesito tener las respuestas para saber mi camino. Mi vida está hecha un lío, peor que una planta que trepa por la pared, de repente por un lado, de repente por otra, cambio de direcciones todo el rato. Solo sé algo que quiero, te quiero a ti.
Basta ya, basta de actuar, no quiero, la sinceridad va conmigo. No quiero amarrarte, solo quiero tener la seguridad de que vas a estar ahí, conmigo cuando lo necesite, para sacarme una sonrisa. Necesito saber que nuestras manos se unirán, necesito saber que te voy a poder besar si algún día me apetece. Necesito pasar horas y horas contigo. Pero lo que sobretodo necesito, es convencerte de que puedo ser tu decisión mejor tomada, quiero despertarte el orgullo por tenerme, quiero demostrarte que merezco la pena, y sí, que podemos ser felices.
Necesito paciencia, no es la época ni el momento oportuno, yo misma necesito tiempo, pero ese tiempo tiene que ir acompañado por la certeza de que puede salir bien. Y no, esto es mi imaginación, ¿cuándo fue la última vez que solo te apetecieron mis labios? Creo saber la respuesta, nunca. Es doloroso querer a alguien imposible de tener, es muy doloroso. Pero es más doloroso aún haberlo tenido todo, y todo... Para nada.
Ahora, hoy por hoy, en este mismo momento, necesito repuestas. Necesito decirte que quiero no un presente, ni un futuro, sino que simplemente te necesito conmigo. Solo necesito saber que las cosas cambiarán, y que quizá puedas ser jodidamente feliz conmigo. Porque...¿Sabes? Quien no arriesga, no gana. Y yo estoy al borde del precipicio, decidida a saltar y todo para demostrarte que eres mi apuesta y que mato todas mis ilusiones por la tuya para que algún día estés, al borde del precipicio, junto a mí. Ahora, yo, voy a saltar.

martes, 15 de enero de 2013

Lucha entre principios y sociedad.

He de admitirlo, he crecido, cada día tengo más afrontado que tengo que construir mi propio camino. Quizá nací rebelde sin causa por algún motivo, no lo sé, lo único que tengo claro es que la sociedad en la que he crecido es mi enemiga. Tengo mis propias ideas y reflexiones, y no me importa que nadie esté a mi favor. Yo me realizo como persona a partir de mis propios principios, no tengo por qué ser una marioneta más dentro de esta mera convivencia. A lo único que deberíamos vernos sometidos es a las leyes, y éstas, incluso a veces, no son justas. Muchos han sido los que han pagado por delitos que no cometieron, y también muchos los políticos que se libraron de su verdadera condena por alimentarse de la inocencia de una población que vive con la esperanza de un lugar conciliador para todos. Quiero creer en mi propia filosofía, en mi humanidad y en mi ética política, quizá ésta última de pobre, pero siempre arraigada al bien humano y no al prestigio. Soy una chica más, que vive a contracorriente, con ese sentimiento de lucha que cada vez más compatriotas compartimos.
Ya no es solo mi ideología, sino también mi forma de pensamiento, mis propios propósitos como persona. Muchas veces han sido las que me he replanteado cual es el fin de una persona durante el transcurso de la vida. Estaremos de acuerdo en que todos buscamos lo mismo, sentirnos bien. Todos contra todos en busca de la llamada "felicidad". ¿Acaso el dinero y el prestigio profesional dan la felicidad como dicta nuestra sociedad capitalista? Opino que dichos factores despiertan en las personas un falso sentimiento, el poder. Todos a una, luchando por ser los mejores, pisoteándose entre ellos, obviando lo humano. Bajo mi punto de vista, es hora de reflexionar, de buscar el verdadero sentido del bienestar personal. ¿Por qué las personas se sienten felices cuando se compran un nuevo móvil o unas caras zapatillas? Supongo que han crecido así, unos pocos impusieron esa forma de vida. Capitalistas en busca de la riqueza mundial, todo corrompido por intereses de unos y otros, por sentirse superiores al resto.
No puedo negarlo, ahora mismo escribo esto desde el portátil que me regaló mi madre, llevo ropa que me gusta y como los productos que me apetece, no me queda otra, es lo que me han enseñado a hacer, pero nunca es tarde para cambiar. Yo, como persona, no siento satisfacción con mucho dinero ni mucha ropa ni todas esas cosas por las que la mayoría de la gente ansía. La vida no dura para siempre y supongo que yo no quiero pasarme la vida corriendo detrás del poder, de la fama y de la riqueza. No quiero pisotear al resto con el objetivo de ser alguien importante. Me gustaría dejar huella, por supuesto, pero en las personas a las que quiero. Inculcando valores que no estén corrompidos por el interés y la avaricia. En mi opinión, la felicidad no es el estatus social, mi felicidad se encuentra en la realización personal. Todos necesitamos ropa, dinero y comida entre otras cosas, ¿pero por qué he de quedarme yo con mucho y otros con muy poco? Soy más feliz pensando que he hecho feliz a otras personas que luchando contra ellas por el prestigio. ¿No se supone que la sociedad es un conjunto de individuos que conviven entre sí y comparten un mismo estilo de vida? No quiero vivir en un sociedad movida por el dinero y la posición social, prefiero vivir enriqueciéndome como persona. Es más, necesito realizarme a partir de buenos actos, de aprender a vivir con lo necesario. Ya no hablar de los prejuicios, supongo que mi discrepancia en cuanto a fines no me hace encajar en el lugar en el que vivo, pero es una cosa que ni quiero ni puedo cambiar. He decidido seguir mi propia estela, con la música que me apetece escuchar, la ropa que me gusta vestir y las personas que me  despiertan sentimientos tras un beso. Pienso tener éxito, aunque será mi propio significado de éxito. El galardón personal de una simple sonrisa, un "gracias", la noticia de que en mi país todo el mundo vive bajo un techo y tiene comida sobre un plato, de que todas las personas tienen un mínimo de cosas para sobrevivir. Quiero pensar que algún día todos seremos iguales, tendremos las mismas posibilidades y lucharemos pacíficamente por encontrar las mejores formas de hacer funcionar el mundo.
En conclusión, va a ser verdad eso de "no es más rico el que más tiene, sino el que menos necesita". 

lunes, 7 de enero de 2013

A mi puta bola.

Me siento perdida, con ganas de resetear mi  vida. Buscando quien soy de entre las posibilidades.
Soy ese alma en pena que camina a las dos de la mañana bajo la lluvia esperando en el callejón a ese Spiderman que venga a salvarme con un misterioso beso. Soy esa canción pegadiza en otro idioma que no entiendes pero te llega. Soy ese olor a familiar que no se sabe muy bien a qué recuerda. Soy la sensación de agarrar un bolígrafo tras unas vacaciones. Soy el agua de la ducha más caliente de lo cómodo. Soy el aire que vuela el globo de un niño. Soy el chicle que vive en la suela de un zapato. Soy esa ola que te despierta de la siesta en una soleada tarde de verano. Soy el mosquito que perturba el sueño de una persona cualquiera. Soy el polen que te produce malestar. Soy el final de una fiesta y el culo de la botella por terminar. Soy la mala suerte de un martes 13. Soy ese examen sorpresa que agrede a la tranquilidad. Soy el tropezón inoportuno delante de la persona que te gusta. Soy el ruido inaguantable de una pizarra. Soy ese gol del equipo rival en el último minuto. Soy esa pregunta que no quieres responder. Soy la quemadura de un cigarrillo mal apagado. Soy ese sentimiento que tanto te cuesta aceptar. Soy la sonrisa que odias despertar. Soy ese chiste malo que te hace reír. Soy el momento imborrable de tu cabeza. Soy ese mordisco en el labio que tanto te gusta. Soy la dueña de tus puntos débiles. Soy el bonito final de las pesadillas que te atormenta, o quizá, la perturbadora de tus dulces sueños.
No soy nada más allá de lo que veo en el espejo. Solo tengo claro que no voy en la misma dirección que el resto, no soy nada de esto, pero voy en busca de nuevos caminos. Caminos sin descubrir, nuevas formas de sonreír.
Soy parte de ese sentimiento que tanto odias sentir. Soy idiota, pero soy tu idiota, ¿recuerdas?

domingo, 23 de diciembre de 2012

Recuerdos de un tal 2012.

Cuando era pequeña me enseñaron cada uno de los meses del año en orden. Cada mañana, en preescolar, nos hacían decirlos. Todas las mañanas... enero, febrero, marzo, abril, mayo, junio, julio, agosto, septiembre, octubre, noviembre y diciembre. Así cada mañana, hasta saberlos como mi nombre, aunque nunca pensé que cada mes podría tener un significado, que se pudieran vivir tantas cosas en 365+1 días.
Ahora es cuando hablo de mi humilde vida y de todo lo que mi año ha sido, aunque no creo que a alguien le interese. Yo acabé el 2011 mal, me sentía sola, desprotegida, sin esa persona especial y así empezó mi 2012. No tenía ilusión por que las cosas cambiaran, y así, mi enero fue el epílogo del maltrecho 2011. Sin cambios, sin excusas por las que explicar las sonrisas que me tocaba pintar ni nada por lo que irme a dormir con la seguridad de levantarme y tener un buen día. Febrero pintaba ser más de lo mismo, convertir mi vida en carnaval y espectáculo de una supuesta vida feliz, así parecía ser, su transcurso fue un hermano más de lo que venía siendo mi vida adolescente hasta aquel entonces. De repente ese "lucky strike", la suerte caída del cielo, hasta el suelo en el que yo estaba tirada, aquel 25 de febrero. Recuerdo como me fui a la cama aquel día, mi cabeza me repetía una y otra vez "acaba de llegar el futuro que te mereces". Al día siguiente todo volvió a estar igual, nada había cambiado. Luego llegó marzo, ese fue mi mes, el mes en el que me desaté de todo miedo y prejuicio, el mes en el que encontré mi valor y le recordé a quien le tenía que recordar aquel día de febrero. Sin marzo nada de los otros meses habría sido, fue el mes de cambiar todo lo malo por días especiales. Abril, el pico más alto de la gráfica, el mes de meses, la sonrisa de sonrisas, el día de los días. Abril era ese "So Happy I Could Die" permanente, era no bajarse de la nube, era dedicarnos lo que nos merecíamos después de todo lo que nos había tocado pasar. Luego, al contrario que en la lógica del conocimiento humano, después de la calma llegó la tormenta, convertida en persona egoísta sin sentimientos ni escrúpulos, que me arrebató todo aquello que tenía a base de persuasiones y fáciles mentiras. Esa figura del tablero que se llevó por delante todas las demás, hizo que se esfumasen los buenos momentos después de los meses de tira y afloja. Junio, el calor, las ganas de fiesta, de pasarlo bien, momento de tirar a la basura la rutina de muchos meses, otro giro más a la tuerca. Vuelta a los días, aún no se sabe si buenos, pero días mejores al mar de lágrimas. Fue el refugio en besos que intentaban disculpar todo lo que esos mismos labios habían dicho. Junio fue el mes de hoguera, vodka, el "te presento mi cama". Julio, mi cumpleaños, las semanas bipolares, el ahora sí y ahora no, las discusiones frecuentes y las reconciliaciones cada vez mejores. El mes de crecer como persona y en edad, la continua fiesta, los derrumbes familiares, los celos, los besos, los abrazos y las noches enteras sin dormir. Agosto, el mes divertido, desenfrenado, los 31 días de no separase, de unirnos más que nunca, hasta incluso de conocernos. Habría sido el mes perfecto si no hubiera sido por sus pequeñas inseguridades, sin su "o dejo el mundo por ti o te dejo a ti". Fueron muchas las sorpresas que nos dimos y demasiados los buenos momentos, ¿verdad? Septiembre, vuelta a una rutina desconocida, el momento de dejarme, por el mundo. Los días sin hablarnos, todo el rencor después del cariño, los días rematadamente malos, hundirse tras hundirse y caer tras caer. Vuelta a las noches sin dormir contigo y sin ti. El no saber si quedarte conmigo o marcharte. Octubre, el pánico,  Halloween, el no saber afrontar que habías elegido al mundo y no a mí, el haberme dejado por la primera mierda que apareciese. El separarnos por temor a algo, aunque aún ni yo misma sepa a qué temer. Prohibido rozarnos y prohibido querernos más, ni besos ni caricias ni levantar ganas de más y más cada vez. Noviembre, calco de octubre, pequeñas debilidades, miradas que hablan, dudas que callan, miedo a caer y caerse para levantar. Pegarse y abrazarse, pedirse perdón y decir "no sin ti". Momento de callar, de aguantarse, de no volver al pasado, de no saltarse la norma del nunca más. Diciembre, distanciamiento y acercamiento, cada día más pero sin querer, importantes nos sentimos, recíprocamente. Mes de desorientación, de tirar la toalla, de afrontar que nunca más, adiós al año, adiós a todo lo que hemos vivido. Ni tú quieres continuar ni yo debo hacerlo. Tú a tus prioridades de querer a otros y yo a mi teoría de descubrir la forma eficaz de perdonar los mejores momentos de mi vida, sin olvidarlos. Momento de querernos sin querernos, época de te abrazo sin tocarte. Tiempo de empezar una nueva vida. Hora de decir adiós para siempre a todo aquello que fuimos, ¿no?

martes, 27 de noviembre de 2012

Días de debilidad.

Últimamente me siento débil, falta de tu cariño. Cada día tengo ganas de cogerte, de abrazarte y no soltarte, maldita suerte la mía. ¿Cariño? Esa palabra dejó de existir en nuestro vocabulario. Mantenemos las formas, es raro, es como si no pudiéramos acercarnos, como si al hacerlo cometiéramos el mayor error de nuestras vidas, como si estuviera prohibido, como si al acercarnos no pudiéramos separarnos más.
Imagino que, precisamente, todo esto es mi imaginación. No piensas en mí, soy una página arrancada de tu historia, un paréntesis al que llamas error y del que te arrepientes. Me niego, me niego a pensar así, aunque en el fondo sepa que ya nada existe, aunque a veces piense que nuestros labios se volverán a juntar, como a veces ha podido pasar y yo he impedido, por mí, por no volver a los mismo errores. No sé, algún día lo aceptaré, pero es que me sigues gustando tanto como el primer día. Yo, boba de mí, guardo la esperanza de que algún día vuelva a ser tu prioridad. Tu sonrisa no era falsa, eso lo tengo claro. Hubo un tiempo en el que nos hacíamos felices, diga lo que diga nadie, digas lo que digas tú. Estuvo ahí la esperada "pasión", y nada más llegar todo se fue a la mierda. De usar y tirar creo que fui y no quiero, en el momento era distinto, era especial. Esos momentos en los que te sentabas en la encimera y nos dábamos infinitos besos, ¿fue mentira? No lo sé.
¿Qué me pasa ahora? Me siento confusa. Necesito saber qué soy para ti, y más bien, qué fui. Lo necesito, necesito que me digas todo. Necesito que me digas que algún día fui tu sonrisa, que a veces aún lo soy, que quizá algún día vengas, porque aún no has venido nunca. Soy rematadamente tonta, por mantener la ilusión. Lo nuestro no era así, lo nuestro era: derecho a roce y prohibido querer.