martes, 15 de enero de 2013

Lucha entre principios y sociedad.

He de admitirlo, he crecido, cada día tengo más afrontado que tengo que construir mi propio camino. Quizá nací rebelde sin causa por algún motivo, no lo sé, lo único que tengo claro es que la sociedad en la que he crecido es mi enemiga. Tengo mis propias ideas y reflexiones, y no me importa que nadie esté a mi favor. Yo me realizo como persona a partir de mis propios principios, no tengo por qué ser una marioneta más dentro de esta mera convivencia. A lo único que deberíamos vernos sometidos es a las leyes, y éstas, incluso a veces, no son justas. Muchos han sido los que han pagado por delitos que no cometieron, y también muchos los políticos que se libraron de su verdadera condena por alimentarse de la inocencia de una población que vive con la esperanza de un lugar conciliador para todos. Quiero creer en mi propia filosofía, en mi humanidad y en mi ética política, quizá ésta última de pobre, pero siempre arraigada al bien humano y no al prestigio. Soy una chica más, que vive a contracorriente, con ese sentimiento de lucha que cada vez más compatriotas compartimos.
Ya no es solo mi ideología, sino también mi forma de pensamiento, mis propios propósitos como persona. Muchas veces han sido las que me he replanteado cual es el fin de una persona durante el transcurso de la vida. Estaremos de acuerdo en que todos buscamos lo mismo, sentirnos bien. Todos contra todos en busca de la llamada "felicidad". ¿Acaso el dinero y el prestigio profesional dan la felicidad como dicta nuestra sociedad capitalista? Opino que dichos factores despiertan en las personas un falso sentimiento, el poder. Todos a una, luchando por ser los mejores, pisoteándose entre ellos, obviando lo humano. Bajo mi punto de vista, es hora de reflexionar, de buscar el verdadero sentido del bienestar personal. ¿Por qué las personas se sienten felices cuando se compran un nuevo móvil o unas caras zapatillas? Supongo que han crecido así, unos pocos impusieron esa forma de vida. Capitalistas en busca de la riqueza mundial, todo corrompido por intereses de unos y otros, por sentirse superiores al resto.
No puedo negarlo, ahora mismo escribo esto desde el portátil que me regaló mi madre, llevo ropa que me gusta y como los productos que me apetece, no me queda otra, es lo que me han enseñado a hacer, pero nunca es tarde para cambiar. Yo, como persona, no siento satisfacción con mucho dinero ni mucha ropa ni todas esas cosas por las que la mayoría de la gente ansía. La vida no dura para siempre y supongo que yo no quiero pasarme la vida corriendo detrás del poder, de la fama y de la riqueza. No quiero pisotear al resto con el objetivo de ser alguien importante. Me gustaría dejar huella, por supuesto, pero en las personas a las que quiero. Inculcando valores que no estén corrompidos por el interés y la avaricia. En mi opinión, la felicidad no es el estatus social, mi felicidad se encuentra en la realización personal. Todos necesitamos ropa, dinero y comida entre otras cosas, ¿pero por qué he de quedarme yo con mucho y otros con muy poco? Soy más feliz pensando que he hecho feliz a otras personas que luchando contra ellas por el prestigio. ¿No se supone que la sociedad es un conjunto de individuos que conviven entre sí y comparten un mismo estilo de vida? No quiero vivir en un sociedad movida por el dinero y la posición social, prefiero vivir enriqueciéndome como persona. Es más, necesito realizarme a partir de buenos actos, de aprender a vivir con lo necesario. Ya no hablar de los prejuicios, supongo que mi discrepancia en cuanto a fines no me hace encajar en el lugar en el que vivo, pero es una cosa que ni quiero ni puedo cambiar. He decidido seguir mi propia estela, con la música que me apetece escuchar, la ropa que me gusta vestir y las personas que me  despiertan sentimientos tras un beso. Pienso tener éxito, aunque será mi propio significado de éxito. El galardón personal de una simple sonrisa, un "gracias", la noticia de que en mi país todo el mundo vive bajo un techo y tiene comida sobre un plato, de que todas las personas tienen un mínimo de cosas para sobrevivir. Quiero pensar que algún día todos seremos iguales, tendremos las mismas posibilidades y lucharemos pacíficamente por encontrar las mejores formas de hacer funcionar el mundo.
En conclusión, va a ser verdad eso de "no es más rico el que más tiene, sino el que menos necesita". 

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