martes, 12 de febrero de 2013

Insomnio obligado.

La noche era clara, sin una nube en el cielo, la luna brillaba con fuerza y ya se había hecho el silencio nocturno. Yo tenía sueño, eran las tantas de la madrugada y me estaba quedando dormida, había cerrado ya los ojos inconscientemente cuando un pequeño roce sobre mi piel me despertó. Estaba allí, a mí lado, estaba conmigo quien me despertaba todo sentimiento pasional habido y por haber. Desperté con sobresalto, sonreí de forma involuntaria y no dije palabra alguna, no era necesario para hablarse. Miré su bonita sonrisa, me di media vuelta y me dispuse a dormirme de nuevo, pero estaba claro que no iba a ser así estando a mi lado alguien que me quitaba el sueño cada día. Cerré los ojos, para al menos dar la impresión de estar dormida, empezó a sonar una pequeña risa cerca de mí, notaba cada vez algo nada inocente más cerca, detrás de mí. De repente, y sin darme cuenta, sus labios estaban en mi nuca y sus brazos me rodeaban por completo, no supe qué decir, simplemente mostré estar verdaderamente cómoda así, es más, no me hubiera importado estar así durante el resto de mi vida. Agarré sus manos y las acaricié dibujando  tontas figuras abstractas. Sus manos estaban en mi piel, la yema de sus dedos rodeaba mi ombligo, las sábanas se habían perdido... Sin darme cuenta pasaron horas, la noche estaba cambiada, parecía empezar a amanecer otra mañana calurosa de nada concreto que hacer. Aquella noche, después de tanto tiempo, pasó lo que llevaba mucho tiempo esperando pasar, en aquella habitación no hubo dos cuerpos, hubo solo uno. Cada respiración, cada caricia, cada movimiento, todo parecía estar planeado con delicadeza.
Desperté, ya calentaba el sol y el ruido volvió a ser el de cada mañana, seguía allí conmigo, entre las sábanas, pero ya no era de noche, ya no era la noche en concreto. Miré como dormía, desperté del todo y al momento me di cuenta de que se me había olvidado lo más importante, se me había olvidado robarle montones de besos y ya... Ya era tarde. Solo me quedó ese tonto sueño. Su respiración en mi nuca, sus brazos rodeándome y su piel con mi piel. Tendría ese recuerdo, pero ni un maldito beso. Fui estúpida, ¿como se me pudo olvidar? Y sobretodo, la pregunta que no sale de mi cabeza ni un solo momento: ¿real o irreal? Nunca lo sabré.

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