jueves, 25 de octubre de 2012

Cuatro estaciones, mil acontecimientos.

Hubo un tiempo en el que todo era confusión, todo tan confuso que no sé si fue hace un tiempo, es ahora o está por ser. Una confusión que no fue creada por mi cabeza, sino que me rodeaba. Cada día me levanto y le doy mil vueltas a la misma pregunta: ¿soy feliz?
No sé si soy feliz por mí o por alimentarme de recuerdos en los que refugiarme o si acaso soy feliz. Hay veces en las que superar algo no significa olvidarlo ni mucho menos dejar de añorarlo. Quizá añoro tus besos porque me siento sola, tal vez tus caricias eran mi compañía y tu sonrisa el argumento de la mía. Alguna vez incluso llegué a pensar que eras capaz de dejarlo todo por mí, por mis besos, por todo lo que yo te podía brindar. Hubo veces en las que tal vez yo estaba convencida de que me querías de esa forma que tanto esperaba, de que tu finalidad era hacerme feliz, y que simplemente yo era tu prioridad. Siempre habría podido decirte las cosas más preciosas pero perdí todas las oportunidades porque no estaba preparada, y mucho menos convencida de lo que sentía, es tal la confusión que aún no he conseguido descubrir nada nuevo desde el último invierno. Creo que siempre has tenido claro que hubo un tiempo, ese mismo tiempo de confusión en el que yo habría dado todo por ti, por cada sonrisa derrochada. Pero imagino que esto es como hacerse mayor, las cosas cambian y las personas afrontan. Pude afrontar que mi destino no era brindarte mis besos, pero vivía en la confusión de querer saber si echabas de menos mis manos sobre tu piel, si darías algo por una aventura más, por la diversión. Entonces mi "yo" pequeña, inocente y raramente romántica creció, olvidó lo que tú ya habías olvidado y se decidió por no volver a rozar tus labios y mucho menos tu corazón.
Ahora, en este mismo momento, aquella chica del último invierno no existe, esa chica que hizo florecer su felicidad en primavera se esfumó y la otra que perdió la cordura en verano salió huyendo antes de amarrarse a la tristeza. Ahora estoy yo, la hoja valiente que no quiere caer del árbol, esa misma hoja que se quiere quedar en su rama, alegrándose de haber vivido aquel invierno, esa primavera y este verano, pero jamás, nunca jamás volverán porque ni la hoja quiere ni el destino tampoco.

No hay comentarios:

Publicar un comentario